Detlef Kappeler

Costa da Morte

Como  caminante  entre  mundos  [Detlef  Kappeler]  es  bien  acogido  en  esta  nueva  vida  en  una península del Atlántico. Allí se encuentra  en paz, allí todo puede inspirarle, puede transformarlo pictóricamente y dinamizar de esa manera todo lo que le conmueve. […] El exilio de Kappeler es una marcha voluntaria hacia otro mundo que le lleva desde el Mar del Norte hasta el Atlántico.

Deja  atrás  años  de  estudio,  la  cátedra  en  Hannover,  la  estancia  en  el  templado  clima mediterráneo de Barcelona.

En la Costa da Morte renace lo esencial, las ganas de pintar, […], la comprensión de la realidad social y el tratamiento crítico de ella.

Prof. Dr. Dieter Ronte, 2007

La conexión que encuentra el historiador del arte vincula el nombre de una de las primeras exhibiciones del artista después de su traslado a Galicia en 2004, llamada «Costa da Morte», con el contenido y la motivación creativa del propio pintor. Esta exposición se lleva a cabo en 2007 en Potsdam, Alemania, centrándose en la percepción artística personal del artista sobre la costa gallega, que no se limita a un mero paisaje, sino que se interpreta como una poderosa fuerza que está relacionada tanto con la vida como con la muerte. Esta ambivalencia es una constante en toda su carrera artística.

Resignada, 2012. T.m.s.t. 150x150.

El artista emplea una amplia gama de técnicas artísticas, llevando así la singularidad de la región gallega al continente europeo, actuando como embajador de los imponentes acantilados del Atlántico y, al mismo tiempo, como portador de las memorias de su pasado, contribuyendo de manera significativa a la historia viva de la región.

Su estrecha conexión con la naturaleza de la zona se evidencia en su propia rutina diaria: cada día visita los acantilados cercanos a la capilla de A Barca, se sienta junto al faro y toma apuntes del mar. Esta experiencia cotidiana se traduce en su obra, eliminando la necesidad de recurrir a iconografías políticas complicadas para legitimar sus creaciones artísticas.

Esta primera exposición marca un punto de inflexión: muchos críticos notaron un cambio en la obra del artista, marcando su transición del Mediterráneo al Atlántico como una nueva fase en su carrera. Esto implica una nueva dimensión en la percepción y experiencia de Kappeler con el fascinante litoral atlántico y su interacción con los habitantes autóctonos, en su mayoría, trabajadores del mar.

Retumba el mar, 2012. Técnica mixta sobre lienzo 120x170. Colección privada.

En sus nuevas creaciones, Kappeler se adentra en la comprensión del pasado, el presente y lo efímero. Sus cuadros son tan imprevisibles como el propio mar, representando un enfoque crítico e intelectual que responde directamente a las circunstancias vividas.

El crítico de arte Antón Castro, en su contribución al catálogo de la exposición «El fin del camino» (2010), describe la obra de Kappeler como «una expresión emblemática de un sentimiento agónico de la vida, quizás la imagen singular del romanticismo marino». Castro también reconoce la influencia de Pollock en sus obras, pero destaca sobre todo la influencia del expresionismo alemán.

Con trazos gruesos, contrastes intensos y la predominancia de colores oscuros, las obras llegan directamente a los sentimientos del observador.

Es comprensible que, hasta el día de hoy, Kappeler sostenga que «la vida es un camino con mucho sufrimiento y, a veces, alegría; donde detrás de la belleza también hay cosas oscuras».

Un sueño, 2012. T.m.s.l. 150x150.

En sus entrevistas menciona su admiración por artistas gallegos como Maruja Mallo y Castelao, tanto por su obra como por su compromiso social.

El arte le ha servido como ancla para mantenerse en tierra y superar sus diversas experiencias. Como él mismo afirma:

Mientras pinto, trato de descubrir qué es la vida. […] Con mi obra quiero penetrar la realidad, pensar y pintar la vida en sus contradicciones; es una forma de trabajar dialéctica.

Kappeler, 2010

Es en Galicia, donde encuentra un hogar y una conexión con lo que le fue arrebatado en su juventud. La costa atlántica guarda gran relación con lo que considera su origen paisajístico: la costa del Mar del Norte.

No me siento un extraño, solo la lengua es diferente.

Encuentro, 2012. T.m.s.m. 160x120

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