A finales de los años 60 del pasado siglo, una gran parte de la sociedad occidental participa en los movimientos de protesta contra la guerra, las injusticias, el racismo y la opresión, y a favor de la libertad de expresión.
Los colectivos de artistas e intelectuales forman una parte importante de este movimiento, volviéndose contra todas las estructuras de poder dominantes, tanto en política y sociedad como en el pensamiento y el arte, abandonando los museos para lanzarse a la calle y hacer partícipe al espectador.
Kappeler es uno de ellos y participa activamente en las discusiones intelectuales del momento. Emplea sus conocimientos de arquitectura para huir de los mecanismos tradicionales del mercado del arte. Pretende que sus piezas puedan actuar como herramienta para hacer visibles los problemas del momento.
Sus primeros trabajos como estudiante de Arte tratan sobre la hambruna en Biafra, la guerra en Vietnam y -después de sus viajes-, también se acerca a las protestas de la población negra en el EE. UU. de los 60s o a la brutalidad de la vida en Bombay.
«KUNST AM BAU»
Es una época en la que se concentra en problemas de urbanismo y comunicación visual, participando, de forma activa, en la discusión relativa al concepto Kunst am Bau.
Es por ello, que se presenta a diversos concursos públicos con proyectos artísticos en los que interactúa activamente con la arquitectura preexistente, haciendo trabajo de campo, manteniendo conversaciones con los propios arquitectos o, incluso, con los futuros usuarios de los edificios.
Además, como artista crítico, le interesa el problema de la transferibilidad de las experiencias políticas al medio artístico. Razón por la que se decanta por la pintura mural en espacios públicos.
Partiendo de la base de que la información debía ser concreta y actual para poder ser descifrable para el público, emplea fotografía y películas de Super 8 de sus viajes o del archivo de su amigo el fotógrafo Günter Zint.
Estas imágenes eran proyectadas en las superficies e inmediatamente modificadas por el pintor, que usaba un estilo corrosivo y agresivo, directamente relacionado con el contenido político al que aludían las piezas.
Para Spielmann el enunciado de estas piezas es épico o narrativo, apelando, de forma directa, a la razón del observador:
Sin embargo, esta actitud racional no excluye el efecto emocional: las distorsiones, ampliaciones y otras manipulaciones de Kappeler afectan a nuestra mente.
Spielmann, 1976.
El artista hace uso de elementos Pop si le permiten establecer una conexión social y llamar la atención. Algunos ejemplos son los colores llamativos tomados de la publicidad para atraer la mirada a puntos concretos de sus obras. En sus piezas de este tiempo usa una dialéctica de agresividad y compasión, deshumaniza a los opresores y muestra la figura de los oprimidos quejosa y triste.
Además, utiliza simbología como las gafas de sol, elemento que toma de su experiencia en la India, y que se convierten para él en un símbolo de los privilegiados.
Las gafas de sol son más que una simple protección contra el sol; también brindan protección para evitar ser reconocido y analizado. Se convierten en un símbolo de brutalidad, poder y estatus.
Detlef Kappeler, 1971.
IN DER KUPPEL, 1971
Impulsada por el entonces director de la Kunsthalle de Hamburgo, Werner Hofmann, se inaugura lo que sería su primera gran exposición en la hermosa cúpula del museo.
Kappeler crea una instalación inmersiva que cuestiona el concepto de Kunst am Bau y, al mismo tiempo, hace referencia a sucesos socio-políticos concretos que le preocupan.
Kappeler tiene el don de objetivar sus problemas sin neutralizarlos de forma académica a costa de la implicación personal.
Hofmann,1971.
Su intención es mostrar un proceso de trabajo interno y externo. Para resaltar este hecho, no expone una selección de piezas terminadas: sigue trabajando en la instalación después de su inauguración, en contacto comunicativo directo con los visitantes de la exposición.
Como marco y estructura, hace uso de andamiaje, con el que logra, según la crítica de arte Marie Luise Syring, llegar a la metáfora de la cohesión colectiva en la construcción de algo nuevo. En lugar de emplear la arquitectura preexistente de la hermosa sala abovedada, Kappeler la convierte en un lugar de construcción para el arte, dejando claro que no confía en la pintura a menos que se convierta en parte de un intercambio comunicativo.
Su pintura impacta no solo por el uso del gran formato, sino también por los colores estridentes.
Expresa su indignación y, al mismo tiempo, evoca el mismo sentimiento en las personas que contemplan sus piezas.
Syring, 2001.
El mismo Kappeler menciona que lo que busca es un equilibrio entre la expresión artística y el contenido social: sus obras deben ser herramientas dentro de un proceso de sensibilización política en el que también se incluye a sí mismo.
