La conocida frase de Paul Celan, «Der Tod ist ein Meister aus Deutschland» (La muerte es un maestro de Alemania) de su conocidísimo poema «Todesfuge», toma vida en la escultura espacial presentada por Kappeler en la Universidad Carl von Ossietzky.
Esta frase, tan evocadora, nos sumerge, además, en la serie creada por Kappeler a partir de 1991.
En un contexto marcado por la Guerra del Golfo, las pinturas de Kappeler se multiplican, mostrando criaturas atormentadas, especialmente animales, que encarnan el dominio de la muerte y la corrupción sobre las personas.
Cada variación de la Danza Macabra de Kappeler tiene un propósito concreto, señalando situaciones de sufrimiento y buscando desprender la realidad de sus capas incrustadas en la vida cotidiana. Estas composiciones no son arbitrarias; son un intento audaz de extraer la realidad misma, exponiendo una conexión entre la apelación y la angustia. Representan una expresión de rabia y rebeldía desafiante.
La lectura de la Epopeya de Gilgamesh llevó a Kappeler a una visión apocalíptica, desencadenando una búsqueda del sentido de la vida humana.
Así, lo que en su obra anterior solía ser un mensaje político se transforma en una expresión de angustia existencial.
Por otro lado, la obra de Albert Camus plantea la pregunta crucial: ¿debe la actividad artística continuar a pesar del absurdo de nuestra existencia?
La serie Totentanz o Danza Macabra, acompañada por la visión singular de Kappeler sobre la Epopeya de Gilgamesh, fue expuesta en ciudades alemanas como Berlín y Göttingen, así como en la Galería Gaspar de Barcelona, ciudad que se convierte en su hogar y segundo taller, trazando su camino creativo y dejando un eco que resuena a través de su trabajo.